Amanecer en Eptothrón
No sé si a todos nos ha pasado. Pero yo creo que sí.
Ocurre a veces, cuando estás en medio de algún sueño, y alguna situación te alerta que este sueño no corresponde con tu realidad.
Cuando esto ocurre, normalmente hay dos caminos: 1) uno puede controlar lo que pasa en ese sueño por algunos momentos y luego despierta muy rápido o 2) de alguna manera consigue quedarse, pero poco a poco olvida que se trata de un sueño. Algo así, como que la realidad de ese sueño vuelve a atraparte.
Un día de esos, estoy en un amanecer muy lindo, frente al mar y me doy cuenta que el color del mar es morado. Los que me conocen saben que no veo bien los colores. Pero cuando sueño, parece que esa no es mi debilidad.
Mirando el color del mar, me doy cuenta que estoy en una realidad diferente, casi seguro de que se trata de un sueño. Así que decido desear que todo el mar se convierta en pequeños ladrillos azules.
De pronto, frente a mis ojos, lentamente veo como toda el agua del mar, que ya dije que es morada, se va transformando en pequeños ladrillitos azules un poco más grandes que el tamaño de una pieza de lego.
El efecto, me deja atónito, pero me comprueba que estoy en otro mundo y que definitivamente se trata de un sueño. Decido regresar el mar y a mi voluntad todo cambia nuevamente. Se escuchan las olas y se siente otra vez esa brisa inconfundible que se siente cuando uno esta frente al mar.
— “Aquí el mar, siempre es morado”, me dice un chico joven casi de mi edad que ha aparecido a mi derecha. Luego me dice: “Soy Pablo y voy a ser tu guía en Eptothrón”.
— “Javier, así se llama este planeta, que es idéntico a la tierra pero con muchos avances tecnológicos que irás descubriendo poco a poco. El cambio que hiciste con el mar, aunque no lo creas solo ocurrió en tu mente. El Mar siguió siendo mar pero tu viste una versión especial para ti. Esto es parte de nuestra tecnología.”
— “Toma este reloj”, me da un reloj amarillo que él tenía puesto. Sobre él se lee en letras azules EPTOTHRON TIME. “Lo vas a tener siempre que estés aquí. Será tu manera de reconocer que estás en Eptothrón. Aunque si no lo tienes, sólo necesitas preguntarle a cualquier persona de qué color es el mar.”
— “Mira bien el reloj, ¿ves la fecha no? bueno te cuento que exactamente cuando pase un año entero nos volveremos a ver. Una vez al año nos encontraremos y te iré contando más sobre toda la tecnología que tenemos en eptothrón. No me permiten contarte todo y además, con la edad podrás ir conociendo y entendiendo mejor cada uno de nuestros avances.”
— “Te cuento que con esos zapatos que tienes, vas a poder volar también, aunque para poder hacerlo vas a tener que aprender.”
Pablo me cuenta muchas cosas más, son demasiadas instrucciones para un solo momento. La verdad, yo que tengo 10 años casi no logro entender todo lo que dice pero sí me interesa mucho este reloj amarillo que parece tiene muchas funciones más.
Volar, me da un poco de miedo. No quiero imaginarme cayendo.
Antes de irse, me da un Comic muy parecido a los de Editorial Novaro, pero con otro nombre “Editorial Vardén” . Lo último que me dice ese día es: “Sé que este es uno de los misterios que te va a tomar toda la vida en entender” y se despidió.
Cuando abro el comic no lo puedo creer. Tengo que explicar que las hojas son de papel. No son de plástico ni nada duro. Este comic es claramente de papel. Puedo sentir con mis dedos la fibra del papel y hasta el olor del papel común que tienen los comics de Editorial Novaro en el planeta Tierra.
Sobre este papel de los comics de Editorial Vardén, cada uno de los cuadritos que veo se puede ver como si se tratara de dibujos animados. Se mueven como si fuera televisión. Es increíble. Y no solo se mueven, sino también tienen voz y puede escucharse música. Lo más increíble es que el cuadrito que se anima es sólo el cuadrito que estás mirando.
Paseo por la playa y encuentro un pedazo de papel periódico, lo agarro y puedo ver una noticia. Y tal como lo sospechaba, la foto del periódico es animada.
“Esta es otra de las cosas que me dirán que estoy en Eptothrón” me digo para mi mismo. Y en ese momento despierto.
Me miro a la mano y no, no está ese reloj amarillo.
Siento una sensación muy extraña, que casi me invita a continuar en el sueño, pero no puedo porque hoy me toca ir al colegio, tengo que ir a escuchar a los profesores por horas de horas y leer libros donde ninguna hoja es animada.
Pero bueno, espero que en esta noche pueda volver a Eptothrón. Al menos ya sé, como me daré cuenta que estoy ahí.
Y sí claro, me gustaría tener puesto ese reloj otra vez.
Quiero saber qué más hace.